
Trabajar de noche en
Madriz es, como sabéis o imagináis, todo un show, pero no el sentido normaduvalesco de la expresión, sino un show de los horrores.
Cada noche sabes como empieza, pero no sabes ni a qué hora acaba ni, sobre todo, lo que puedes encontrarte en el transcurso de la misma.
Llevo casi 7 años consecutivos trabajando de noche y claro, me ha pasado de todo y con todo tipo de especimenes.
Cuando empecé a trabajar, era relaciones públicas de varias salas a la vez, lo que me generó tanto caos y estrés mental que en cuestión de año y medio lo dejé para centrarme en el baile.
Aunque parezca mentira, de rrpp te pasan cosas muuucho más curiosas que bailando ( si exceptúas que te reconozcan en pueblos del extrarradio, caídas, roturas de tacones y/o vestuario o personajas y personajos con los que compartes profesión).
Como os digo, de relaciones públicas me pasó de todo. Desde ligar con tíos increíblemente buenos, tanto físicamente como intelectualmente incluso (sí, chicas, existen, pero no veas como se esconden los jodíos), hasta pasar mil y una aventuras relacionadas con salas, con jefes y con famosos.
Con salas os contaré que durante varios meses trabajaba en casi el mismo horario en 3 salas diferentes a la vez. ¿Qué como lo hacía? Pues ahí viene la gracia.
Llegaba al primer garito a las 12.00, firmaba, saludaba al jefe por aquel entonces emparejado con una megafamosa conocida como "meentiendeees" en los programas televisivos. Sí, la misma. B.E. (leído como be punto, e punto – qué ganas tenía de hablar así jajaja-)
Pues firmaba, ponía mi cara de empleada-encantadora con mi jefe, me quedaba diez minutos escasos y me largaba.
Bajaba como una loca una calle de unos 130 números, si pasaba un taxi lo cogía, si no, no cogía ni aire porque llegaba tarde al otro sitio donde se supone que entraba o había entrado a las 12 también.
Mi tesoroooooooooooMisma operación: entraba, firmaba, besaba a jefe ( castamente), hola que tal… quince minutos y me escabullía.
Calle, carrera, toclón toclón (obviamente, llevaba tacones) y con el bazo en la mano y el pulmón en el bolso, volvía al primer garito.
Allí me quedaba alrededor de una hora, mientras me llegaban llamadas de gente para entrar en ambos sitios, muy divertido todo: si pasa, no, que no he llegado, tú pasa y me esperas dentro.
A la hora repetía todo el show, me iba al otro sitio, toclón toclón, arf arf mahogo, estaba una hora y poco, hasta la hora en que supuestamente acababa, 2.30 o así, y a la que me iba de vuelta al primero, pasaba un momentín por el tercero en discordia a firmar. Hola, firma, beso, me piro. Carrera infernal: volvía al primero, entraba a ver al jefe, me despedía, y me volvía a la carrera al tercero. Y allí ya, me desplamaba en un sofá y el que me dijera de levantarme le mordía con saña.
¿¿Interesante no?? Y luego alguien aún me preguntaba que cómo estaba tan delgada. En fin, sobran las palabras.
Para curaros del susto de mis carreras nocturnas que ejecutaba con arte y maestría viernes, sábados y vísperas de guardar, os contaré con qué clase de "gentes" me codeaba por aquel entonces.
Os diré que uno de los que alguna que otra vez me llevó en coche en mis frenéticos avatares, fue P*cholo, sí, el de la mochila, y no, no fui yo la de la mochila. Diré de él que no esta(ba) tan loco como ahora parece, y también que la loca era yo por meterme en su coche, sí. Lo que hace la desesperación y la prisa, queridos amigos. Una de las veces pasó de mis prisas y se encaminó hacia otra sala de un amigo suyo con todo lo que llevaba en el coche, es decir: con mi amiga (que siempre venía conmigo en estas aventuras) y conmigo. Obviamente, perdí el ritmo esa noche y me pillaron, pero ese es otro post….
En otra sala a la que marché después coincidí con Y*la B****cal, con ella y sus dos hermanas superioras. Jesús, la primera impresión fue… de echarse a temblar. Tan alta, con tanta… ufff, un susto. La pobre es tan simple como aparenta, no es mala persona pero es de recursos limitados, qué se le va a hacer. Un día me vio en la puerta hablando por el móvil esperando a la gente, y se quedó con los porteros venga a mirarme. Y yo de reojo como: "qué querrá esta zo**a….." Y cuando cuelgo va y me dice: “ay, es que tienes un tipín tan mono…”. Pobre, y yo poniéndola verde. A ella y a su metrochenta.
En otra sala donde iba a primera hora y de las que sale en el T*mate día sí día también, estaban siempre D*nio y sus hermanos, rodeados siempre de rubias prietas, morenas pasionales y zorritas varias de barrios pijos venidos a menos.
Son muy.... cubanos: agradables, pero excesivamente empalagosos. Y muy creídos, demasiado, en mi opinión porque ninguno es para tanto.
Como esto se está alargando, creo que dejo para un futuro capítulo a varios más, si con los comments veo que esto genera algún mínimo interés, porque os diré que a mi son gente que me da exactamente igual, que tiendo a reirme de ellos, no me dan ninguna envidia y a veces me dan hasta lastimilla.
Pero oye, a veces tienen su gracia estas cosas, como la pelea que tuve con el hijo de P*jares, lo boba que es M*lena G., el impacto que causó en mí ver, hablar y incluso tocar ( jejeje) al dios N*cho D*ato ( tocamientos solo profesionales y escasos, no penséis mal) y bueno…. Algo más que hay por ahí….
Os dejo, mentes cotill…inquietas!!
PD: el uso de *** es como supondréis, para evitar entradas de marujas en el blog, cotillas varios, amantes de la carnaza y similar...