4 feb 2006

La noche fría

Camino por la calle. Son las tres de la mañana. Hace frío pero se está bien, el abrigo me reconforta el cuello, siempre siento el frío ahí.
La noche ha ido bien, mucha gente, muchas luces, muchos flashes, muchas fotos…. Con lo poco que tengo yo que ver con eso, con lo poco que me importa lo que digan de mi. Pero yo sonrío, miro y callo. Cuando salgo el frío me espabila, respiro hondo y lleno los pulmones del aire de ciudad.
Tengo que buscar taxi, me quedan pocas horas para empezar el nuevo día pero echo a andar, no importa el tiempo.
La ciudad esta sola, nadie camina, hay una tienda 24 horas de donde salen jóvenes con bolsas, un señor mayor con cara de cansado con unas revistas y un brick de leche.
Yo camino y observo, esquivando adoquines levantados, aceras rotas, vallas de obras, Madrid parece la isla del tesoro en plena búsqueda.
Siguiendo mi camino llego hasta el borde del Retiro, pasan coches que pitan y alguno hace amago de parar. Yo solo quiero que me dejen tranquila, disfruto de mi ciudad cuando no hay nadie, cuando puedo observarla iluminada pero oscura, viva pero descansando.
Un poco más adelante me paro en un semáforo, voy comiendo un sándwich y un gatito se me acerca. Se para desafiante ante mí, me mira y maúlla. Yo le miro y sonrío. Me agacho y se va hacia atrás, pero cuando le echo un trocito de sándwich empiezo a caerle mejor… se acerca a mi, y juega con mi mano nervioso.
Entretenida con l gato no percibo que alguien se me acerca. Así, pego un respingo cuando una voz me dice: ¿me das a mi también?
Levanto la mirada asustada pensando que nunca me han robado y que seguro llego mi momento.
Pero no, a mi lado hay una señora, puede que sea una chica pero sus ropas, su pelo y su mirada de profunda tristeza le hacen parecer mucho mayor. Intentando no parecer asustada le digo que sí, y le paso lo que me queda del sándwich.
Medio sonríe y se lo come delante de mí. Me da las gracias. Y como no se que decir, le pregunto: ¿Es tuyo el gato? Y me contesta: Bueno, está siempre conmigo, pero en la calle nada es de nadie, todos somos nuestros propios dueños y dependemos solo de nosotros mismos.
La miro pensativa, le sonrío y le doy las buenas noches…. Sigo caminando y casi en Atocha paro un taxi. Minutos antes de llegar a casa voy pensando en que mucha gente debería haber oido esa frase, esa pequeña lección de filosofía de una persona a la que nadie escucha, de la que la gente huye y rehuye la mirada…. Puede que tenga muchas cosas interesantes que decir y que aportar y por desgracia solo ese pequeño gato sea el que la escuche.

4 comentarios :

Marta dijo...

No sé si leiste "El Zahir" de Coelho. Se junta con un grupo de mendigos y tienen mucho mas que decir, muchas más experiencias y muchos más valores que el resto de la gente. Viven al margen de la sociedad precisamente porque no les gusta lo que ven y prefieren no integrarse. O tal vez es la manera de darle la vuelta a la tortilla y es la sociedad la que no tiene sitio para ellos. El caso es que viven en la pobreza...y como bien dices tú, es muy triste que su única compañía sea un gato, y a la vez, destilan una cierta alegria porque viven totalmente libres...
Bikiños y me ha encantado!

marga dijo...

Precioso Eva, tienes mucha razón. De toda esa gente que vive en la calle podríamos aprender mucho. Todo lo que damos por sentado en nuestras cómodas vidas, esas cosas de las que ellos carecen... nos atrofian la mente y nos impiden pararnos a pensar.
Tendrían mucho que decir, pero no les escuchamos. Yo, de verdad, les admiro.

Muchos besos

Anónimo dijo...

Eva, muy ilustrativo, desde luego...
No hablas de eso, pero me ha venido a la cabeza eso que dices de que le estabas dando de comer al gato...No era tu intención, pero a veces, me da la sensación de que le tenemos más respeto a los animales que las personas.
será que a mí no me gustan nada, no se ya ni lo que digo!!!

Un beso

Fougère dijo...

Hola, Eva. Me ha gustado mucho tu post sobre la noche. Los paseos nocturnos engendran muchas sorpresas. Bien sabido es que no todo el mundo duerme de noche.
Muchos ánimos.